(Crónica de ANTONIO BURGOS)
La gran cita del Maratón de Málaga
llegó el pasado domingo 8 de diciembre. El grupo de once maratonistas
del club llevaba cuatro meses con esa fecha en la cabeza. Rodajes
eternos todos y series infinitas algunos. El trabajo estaba hecho y
quedaba el día de las notas, pero el maratón es un profesor caprichoso y
aunque los estudiantes lleven los deberes hechos siempre puede
sorprenderlos con algún obstáculo inesperado que superar.
Este año el recorrido también
cambiaba respecto a los anteriores. El primer tercio era conocido
para todos: desde el Puerto hacia Pedregalejo y vuelta. Después venían
las novedades: el centro de la ciudad, con un emocionante paso por
calle Larios; subida hasta el estadio de La Rosaleda; bajada hasta
Hacienda; la cuesta de la Avenida de la Aurora; la Avenida de Europa, hasta
ir acercándonos al Paseo Marítimo. Este último tercio, con los
kilómetros más duros de la prueba, con idas y venidas por la misma
carretera, es el tramo más desagradable para el corredor por lo desolado de la
ruta, el poco público y el viento. Un tramo que la organización
debería replantearse, aunque entendemos las dificultades y lo que
supone volver a hacer un nuevo cambio de recorrido. La organización
mejoró con una buena ayuda a los atletas en la carrera. La
asistencia de público fue mayor, pero aún lejos de lo que deseamos
los participantes. Esperamos que el Ayuntamiento atienda las
sugerencias de los deportistas, mejore las alternativas para que los
ciudadanos puedan desplazarse y que éstos entiendan que, aunque el maratón pueda causar alguna molestia, como cualquier otro
acontecimiento en la ciudad, esta prueba, una de las máximas
expresiones del deporte, lo merece.
La participación fue de unos 2.000 atletas. El ganador masculino fue el etíope del Club Amigos del Saler Wubishet Girum, con un tiempo de 2h:16:53; y en categoría femenina, la victoria absoluta correspondió a la también etíope, del mismo club, Beshadu Bekele Bedane, con un crono de 2h:44:22.
Volviendo a nuestros corredores, a las
7:30 nos encontramos todos en El Palmeral del Puerto, con cara de
frío y nerviosos por el reto inminente. Los planes, ritmos y grupos
previos saltan por los aires cuando empieza la competición. La
mayoría salimos más rápidamente de lo previsto y alguno se distrajo en
la salida, pero ya no importa, estamos en marcha. Poco a poco bajamos
a los tiempos previstos y camino de Pedregalejo nos cruzamos con la
cabeza de carrera y vemos que nuestro Luis Enrique va bien colocado.
Conforme nos cruzamos, nos jaleamos unos a otros. También nos animan
Blas, Víctor, César y Mario Platero. Ellos son parte de nuestros
pasos y nos dan fuerza en los peores momentos. Los kilómetros pasan,
primero sin sentirlos, nos alimentamos, bebemos y vamos llegando a los
kilómetros que sentencian, donde es fácil que las fuerzas flaqueen
y las lesiones recientes u ocultas nos torturen. En esos momentos nos
decimos que no importa, que hay que seguir adelante, aunque caminemos
un poco para recuperar. Entonces acuden a nosotros nuestras abejas
ángeles, los compañeros mencionados, que nos dedican una mañana a
animarnos. Hacen con nosotros los últimos kilómetros, dándonos
alas. Por fin llegamos a la meta y nos derrumbamos del esfuerzo y de
la emoción.
En la llegada conocemos las proezas de
Luis Enrique y Silvia. Luis Enrique es, sin duda, uno de los mejores de la
provincia y nos da categoría por donde va. Ha quedado sexto
absoluto, quinto de su categoría y primer malagueño con una marca de
2:33:40. Silvia no tiene techo: después de hacer recientemente su mejor tiempo en medio maratón, baja nueve minutos su tiempo de maratón, dejándolo en 3:27:11 y consigue el primer puesto en la categoría de veterana B. Manuel Marín, lesionado dos semanas antes, con
casta y orgullo, hace 3:17:07. José Luis Cañadas recoge los frutos
del trabajo hecho y, a pesar de la lesión de Córdoba, también
mejora marca. Salva, acompañado muy de cerca por Ismael, consigue su objetivo: 3:30:33. El resto, la tropa, mi tropa, José Carlos, Curro, Mauri,
Javier y el autor de esta crónica, Antonio Burgos, conseguimos
nuestras modestas metas. Mauri debutaba y lo pasó mal, pero aún
así, debe estar orgulloso de su primer maratón. Vendrán otras y
nos harán mejores.
Los participantes queremos agradecer a
todo el club el apoyo que nos ha dado, cada uno desde sus
posibilidades, durante la carrera, en meta, y en el grupo de whatsapp. También agradecemos a nuestras familias la paciencia y la
compresión durante la larga preparación.
Yo, Antonio, doy gracias en particular
a Helena y mis dos niñas; a mis sospechosos habituales, Salva
(Coyote) y Silvia (Correcaminos); a Curro, Mauri, José Carlos y José
Luis, camaradas de rodajes infinitos.
Clasificación de atletas del CA. Arroyo de la Miel