domingo, 17 de noviembre de 2013

49ª Behovia-San Sebastián 2013 -NUESTRA CARRERA-

 
   Como decíamos en la crónica de los preliminares, el domingo, desde muy temprano,  empezamos a mentalizarnos de que realmente habíamos venido a correr. Nuestro amigo Blas ni siquiera esperó a que cantara el gallo de su despertador, de modo que a las seis de la mañana nos tenía a casi todos en pie. En un ambiente muy familiar desayunamos algo de fruta y luego bajamos a tomarnos un café con tostada, justo debajo de nuestra pensión. El tiempo se nos echaba encima y había que llegar a Behovia en tren, de modo que hicimos el primer calentamiento corriendo más de dos kilómetros hasta la estación del barrio de Gross. Alguien había insistido en que el tren iría abarrotado y en que no sería fácil subir, así que ideamos una estrategia de equipo: cogernos de la mano y empujar en bloque, pero el caso es que el tren vino a parar dejándonos justo entre dos vagones; en fin, menos mal que no venía tan lleno como nos dijeron y entramos sin problemas. Media hora de recorrido, aproximadamente, más otro breve desplazamiento en autobús y una caminata final de varios kilómetros hasta llegar a la zona de salida, prácticamente en Francia ya.    
    Ambiente indescriptible, con miles y miles de corredores calentando primero junto al río Bidasoa y buscando luego su punto de salida. A pesar del gentío inmenso, impecable la organización, puesto que cada grupo salió exactamente en el momento previsto. Primer pistoletazo para los corredores estrella a las 10:00  (antes habían salido discapacitados y patinadores). Para los nuestros, a las  10:03 (Blas y Antonio López), 10:14 (Manolo y Mario), 10:17 (Silvia y Salva)  y  10:45 (Herminia).  Como quiera que la carrera era, además, lineal, este humilde redactor apenas pudo ser testigo de las sensaciones de sus compañeros, de modo que se limitará a contar algunas de las suyas. Primeros kilómetros con ligero descenso, hasta llegar al centro de Irún, donde empezaban las primeras dificultades, con algún que otro tobogán. De nuevo zona de descenso al salir de Irún, hasta llegar a la primera dificultad seria, el Alto de Gaintxurizketa (en el km. 8), más de dos kms. de subida, con fuerte viento en contra y exigente desnivel. Hasta ese momento, buenas sensaciones, pero quizá excesiva prudencia ante el desconocimiento del terreno. El objetivo era llegar en menos de 1 h. 30 min., pero en la subida habíamos sido rebasados (Silvia y Salva) por la liebre, nunca mejor dicho, porque este galgo corredor tuvo que apretar bien los dientes para alcanzarla varios kilómetros después, en los toboganes de la carretera de Lezo, auténtica zona rompepiernas. De ahí en adelante, carrera en solitario (sin partenaire, me refiero). Magnífico el comportamiento del público, alentando siempre a los corredores, jaleándonos por nuestro propio nombre, algo que realmente da alas. Quizá esos ánimos ayudaran a que alcanzara e incluso superara por momentos a la susodicha liebre. A continuación, varios kilómetros de transición, en la zona de Pasajes, llanos, pero bastante anodinos, hasta afrontar la última gran dificultad, el Alto de Miracruz (entre los kms. 16 y 17), un kilómetro con un desnivel importante que nos fue dejando sin aire. Afortunadamente, como todo lo que sube baja, afrontamos los últimos kilómetros con algo de fuelle, ya en la recta hacia la zona del Kursaal, donde se produjo el desplome y posterior muerte de la joven corredora navarra Arantza Ezquerro, circunstancia que nos dejó a todos conmocionados en la llegada. Por último, doblamos hacia la Alameda del Boulevard, entre una marea de público entusiasmado, de nuevo con fuerte viento en contra, pero con esos ánimos que reaparecen cuando se vislumbra la meta, a la que llegamos ligeramente por encima del objetivo previsto, exactamente en 1 h. 30 min. 28 seg., entre otros motivos por confiar en la famosa liebre, que se apartó del esfuerzo final unos quinientos metros antes. En cuanto a los compañeros, magníficas carreras de Manolo Marín, Blas, Mario y Herminia, todos mejorando sus marcas anteriores. Silvia y Antonio, neófitos como quien escribe, a muy buen nivel también. Por cierto, nos manifiesta Blas que en esta ocasión fue superado por Manolo con exquisita elegancia, no como en ocasiones anteriores, de infausto recuerdo.
   Rebasada la meta, reencuentro con los compañeros, avituallamiento, algún que otro estiramiento, visita a la consigna y vuelta a nuestra eventual casa de Donostia, cercana a la meta, por suerte, buena ducha y dispuestos de nuevo a la batalla gastronómica, pero eso ya es otro cantar y merece crónica aparte. 



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