El medio maratón de esta semana ha sido el de Rincón de la Victoria. El recorrido este año es nuevo y sale de la Avenida del Mediterráneo, llegando al Centro de la localidad, en la plaza de la Constitución, y pasando por toda la localidad, además de llegar a los núcleos de Torre de Benagalbón y La Cala del Moral.
Entre los casi 300 participantes estaban nuestro Antonio Leiva y Federico Melgares. El primero de ellos quedó a pocos segundos de subir al podio con un cuarto puesto y 1:35:34. Federico estuvo cerca de ese tiempo con 1:37:46.
Los ganadores fueron Dani Perez con 1:10:27 y Janine Lima con 1:21:28.
El pasado domingo se celebró en el vecino Alhaurín de la Torre la tercera edición de la Carrera Solidaria Fundación Real Madrid, dentro del circuito organizado por este club de fútbol. Los beneficios de este evento van destinados a actividades socio deportivas de atención la diversidad.
La jornada tenía varias distancias que elegir. Los miembros de nuestro club eligieron los diez kilómetros. A este blog le consta tres participantes, Francisco Javier Burgos, que en la fecha de su cumpleaños y con dorsal dedicado a sus cincuenta y dos años, hizo su mejor marca con 44:49; Christian Mehoune, que vuelve a competir después de un largo periodo de lesiones llegó con 48:24. Sabemos de la participación de Alfonso Torres y de un compañero más, pero no aparecen en las clasificaciones.
Desde el Club de Atletismo Arroyo de la Miel pedimos a nuestros socios que especifiquen el club en las inscripciones. Así ganamos en presencia en este mundillo y facilitáis el trabajo a este reportero aficionado.
La carrera de 10.000 metros fue ganada por segundo año consecutivo por nuestro vecino y amigo Antonio Caba con 34:06 y por Rocío Sibajas con 42:42. La participación en esta distancia fue de 350 atletas.
El pasado domingo se celebró el XXI Medio Maratón de Marchena-Paradas, en Sevilla, la primera que hago en dicha provincia, pero mal dia para acudir allí. No hubiera pasado nada si solo hubiera habido lluvia, ya que correr bajo la lluvia se está convirtiendo en una tónica demasiado frecuente, pero la ida y la vuelta fueron otro cantar.
Bajo una lluvia torrencial pasé por Antequera con todas las ganas puestas en dar la vuelta, ya que no era normal lo que caía en ese momento, pero bueno decidí continuar hasta llegar a Marchena, cuya carrera comenzo bajo una llovizna incesante, desarrollandose así en su totalidad.
El perfil estaba bien con continuas subidas y bajadas , no pronunciadas , lo cual hizo que la carrera en si fuera muy agradable y bonita para hacer en más ediciones, pero sin lluvia.
Y como no era dia para hacer turismo, salí de allí al poco de terminar , para dar un enorme rodeo por Córdoba para llegar a casa, ya que la A-92 se cortó a la altura de La Roda por inundación del carril en dirección Malaga.
Una media movidita, que de no ser por esos sucesos, hubiera estado bastante bien, ya que la carrera en si no fue mal, con buenas sensaciones durante todo el recorrido, y un tiempo de 1.39.47 que no está mal para las condiciones de ese dia..Hubiera sido mejor haber hecho la Media de Cuenca , coincidente con esta. Tal vez el año próximo....Venga un saludo a tod@s...y hasta la próxima, o sea en el Rincón este domingo.
El evento deportivo más importante de la provincia por el número de participantes tomó ayer las calles de Málaga. Casi 19.000 corredores tomaron la salida. Muchos son habituales de las carreras populares, para otros es el primer reto por que hace poco que empezaron a correr. Todos con ilusión, buen ánimo y deportividad.
La salida fue en Paseo del Parque a las 10 de la mañana. Estaban los grandes fondistas de la provincia, con el probable y finalmente vencedor Abdelhadi El Mouaziz. Nuestro club estuvo representado por dieciseis compañeros. Lo más destacable fue la actuación de Silvia Cañadas con su mejor tiempo en la prueba con 42:03. Corrió acompañada por su hermano José Luis y José Garrido. los tres entraron practicamente en el mismo tiempo. Buena carrera también de Curro Burgos con marca personal y 46:03. Estos son los participantes y sus tiempos:
José Manuel Fdez. Cotrina 41:16
José Garrido 42:00
Silvia Cañadas 42:03
José Luis Cañadas 42:05
José Carlos Gallardo 44:32
J.A. Fdez Berrocal 45:22
F.J. Burgos Mancebo 46:03
J.C. Calderón Ruiz 46:55
Antonio pineda Villalobos 48:09
J. Andrés Fdez. González 48:24
Alfonso Torres Nícar 48:25
Cristina Cortijo Bon 52:27
Enrique Coca Boronat 52:28
Mercedes Márquez 55:01
María Jesús Márquez 59:50
Manuela Martinez Lara 1:04:20
El ganador fue el ya mencionado Abdelhadi El Mouaziz con 31:11. No podemos dejar de mencionar el décimo puesto absoluto de Pablo Cominy, hijo de nuestro Rafa Comino. Por las chicas la ganadora fue Lola Chiclana con 36:48 y nuestra amiga Rocío Ortega rozó el podio con 38:47.
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba usando el mismo cuádriceps tocado de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
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La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
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La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.