martes, 16 de octubre de 2018

DESERT RUN 2018





Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba usando el mismo cuádriceps tocado de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
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La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
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La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
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Por José Manuel Fdez. Cotrina

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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
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La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
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La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
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Por José Manuel Fdez. Cotrina

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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


Por José Manuel Fdez. Cotrina

Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.


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