Es la tercera vez que
participo en la carrera de mi pueblo. Este año he acudido con una
camiseta diferente a la que estáis acostumbrados a ver. El motivo es que se ha
fundado un club nuevo de atletismo en el pueblo y han tenido el
detallazo de que forme parte de él: Los
Agujetas de Villafranca de Córdoba. Para
mí es un honor correr con esta camiseta por las calles del pueblo que
me vio nacer, donde cada vez que vengo me embarga una emoción
inusitada.
Voy a describir un poquito cómo fue esta carrera tan especial. Llegué al pueblo sobre las 08:30, estuve departiendo un poco con los amigos, recogí el correspondiente dorsal y mi nueva equipación de Los Agujetas y me dispuse a calentar. Antes de salir nos hicimos la foto de recuerdo y nos pusimos bajo el arco de la salida. Este año ha aumentado la participación notablemente, siendo 250 en total. Tenía ilusión por hacer una buena carrera, aunque era consciente de que había muy buen nivel. La distancia era de 11 kilómetros, dos vueltas a un circuito tierra-asfalto. Sonó el disparo de salida y yo, como siempre, empecé tranquilo. Iban pasando los kilómetros y mi progresión iba en aumento; de esta forma hice la primera vuelta y en la segunda empecé a sentirme más a gusto, rebasando a corredores que salieron fuertes al principio y que ahora empezaban a flojear en el ritmo. Sobre el km. 6 se me pegó un chaval más joven que yo y empezamos a imprimir un ritmo fuerte, aunque el recorrido tiene algún que otro repecho que te frena en seco. Cuando quedaba poco para finalizar y toda nuestra intención era rebasar a un corredor que nos llevaba pocos metros, el chaval que me acompañaba pegó un demarraje y lo adelantó. Yo intenté hacer lo mismo, pero las piernas no estaban tan frescas como otros días. La Media de Álora empezaba a pasar factura y las piernas no me respondían como yo hubiese querido. Estuve a punto de darle alcance, pero esta vez la moneda cayó del otro lado. En fin, unas veces se gana y otras se pierde. Entré en línea de meta con un tiempo de 43' 50", haciendo 37” más que el año anterior. Esperé un poco hasta que salió la clasificación general, en la que aparecía como el 23º de 250 corredores. No las tenía todas conmigo, pero cuando salió la clasificación por categorías y me vi el 2º exploté de alegría. ¡Volvía a ser profeta en mi tierra! Por fin volvía a subir al cajón a recoger el esfuerzo de meses y meses. Ésta es una de las mayores recompensas para un corredor, en forma de trofeo y en presencia de mi hermano y mi sobrino, que me han acompañado, y de mis paisanos. Para mí no había palabras, me embargaba la emoción; un nudo en la garganta cuando escuché mi nombre. ¡Qué felicidad más grande!, ¡otra vez arriba!. Fueron pasando los demás compañeros a recoger trofeos en sus diferentes categorías. Estaba el personal con un gozo alucinante. A todos los que subieron a lo más alto y a los que no, mi más sincera enhorabuena. ¡Qué debut de Los Agujetas!
Voy a describir un poquito cómo fue esta carrera tan especial. Llegué al pueblo sobre las 08:30, estuve departiendo un poco con los amigos, recogí el correspondiente dorsal y mi nueva equipación de Los Agujetas y me dispuse a calentar. Antes de salir nos hicimos la foto de recuerdo y nos pusimos bajo el arco de la salida. Este año ha aumentado la participación notablemente, siendo 250 en total. Tenía ilusión por hacer una buena carrera, aunque era consciente de que había muy buen nivel. La distancia era de 11 kilómetros, dos vueltas a un circuito tierra-asfalto. Sonó el disparo de salida y yo, como siempre, empecé tranquilo. Iban pasando los kilómetros y mi progresión iba en aumento; de esta forma hice la primera vuelta y en la segunda empecé a sentirme más a gusto, rebasando a corredores que salieron fuertes al principio y que ahora empezaban a flojear en el ritmo. Sobre el km. 6 se me pegó un chaval más joven que yo y empezamos a imprimir un ritmo fuerte, aunque el recorrido tiene algún que otro repecho que te frena en seco. Cuando quedaba poco para finalizar y toda nuestra intención era rebasar a un corredor que nos llevaba pocos metros, el chaval que me acompañaba pegó un demarraje y lo adelantó. Yo intenté hacer lo mismo, pero las piernas no estaban tan frescas como otros días. La Media de Álora empezaba a pasar factura y las piernas no me respondían como yo hubiese querido. Estuve a punto de darle alcance, pero esta vez la moneda cayó del otro lado. En fin, unas veces se gana y otras se pierde. Entré en línea de meta con un tiempo de 43' 50", haciendo 37” más que el año anterior. Esperé un poco hasta que salió la clasificación general, en la que aparecía como el 23º de 250 corredores. No las tenía todas conmigo, pero cuando salió la clasificación por categorías y me vi el 2º exploté de alegría. ¡Volvía a ser profeta en mi tierra! Por fin volvía a subir al cajón a recoger el esfuerzo de meses y meses. Ésta es una de las mayores recompensas para un corredor, en forma de trofeo y en presencia de mi hermano y mi sobrino, que me han acompañado, y de mis paisanos. Para mí no había palabras, me embargaba la emoción; un nudo en la garganta cuando escuché mi nombre. ¡Qué felicidad más grande!, ¡otra vez arriba!. Fueron pasando los demás compañeros a recoger trofeos en sus diferentes categorías. Estaba el personal con un gozo alucinante. A todos los que subieron a lo más alto y a los que no, mi más sincera enhorabuena. ¡Qué debut de Los Agujetas!
A
mis compañeros del club Atletismo Arroyo de la Miel, también mi más sincera
enhorabuena, especialmente a los que han corrido la carrera decana de Málaga, la 34ª
edición del Minimaratón Peña El Bastón. Ahora a recuperarme bien,
con una sonrisa de oreja a oreja, y en mente ya la del próximo
domingo, la Media Bélmez-Espiel, llamada Rompepiernas. ¡Un saludo para
todos, familia! ¡Segundo en mi pueblo, lo más grande para mí!
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