Por José Carlos Calderón
Este año me propuse correr el maratón de Madrid. Una apuesta arriesgada para mí porque se celebraba una semana después de la Semana Santa. La fecha era complicada porque días antes llevaba el trono en el recorrido procesional de la Virgen de la Soledad Coronada (Mena). Eran 8 días entre un gran esfuerzo físico y otro también muy exigente.
El maratón debía
celebrarse el domingo 28 de abril, pero al coincidir con las
elecciones generales, la organización decidió adelantarlo al sábado
27.
El viernes salí hacia
Madrid y tenía que recoger el dorsal. Llegue a IFEMA a por el dorsal
con la feria del corredor ya desmontada, fue una gran decepción para
mí. El adelanto electoral estaba provocando esas incidencias.
El día de la carrera
amaneció bastante fresco, con una temperatura de 6 grados. Estaba
descansado y muy motivado. La salida estaba organizada por oleadas,
ya que con el maratón coincidían una media maratón y una carrera
de 10 kilómetros. Mi salida era a las 9:20 horas. Gran ambiente en
el Paseo de la Castellana.
La salida fue muy cómoda
porque tenías espacio para correr sin agobios, mi objetivo era ir
entre 5.25 y 5.35 el kilómetro durante los primeros 25 kilómetros.
La carrera era “rompepiernas”, un continuo subir y bajar. La
altitud acumulada era de 460 metros. Muy bonito correr por Madrid
porque el entorno es una maravilla. En el kilómetro 6 ya tuve que
parar para ir al baño, otra vez en el 13 y una tercera vez antes de
llegar al 21, pese a ello iba muy bien dentro de los tiempos
previstos, aunque eso no presagiaba nada positivo.
A partir del kilómetro
25 las cuestas empiezan a hacer mella en el cuerpo y la temperatura
ambiente había subido 12 grados desde la salida. En el kilómetro 28
estaban mis familiares para darme ánimo, aunque la alegría de
verlos me duró poco, tenía sensaciones de que el calor, el
cansancio acumulado del esfuerzo de haber llevado el trono y las
cuestas me pasarían factura. Y así fue, los 7 kilómetros por la
Casa de Campo con continuos sube baja anticipan el tan temido “muro”
en los kilómetros finales casi todos en subida.
Mi ritmo había bajado
alarmantemente pero me mantenía dentro de mis planes, en el
kilómetro 39, en plena cuesta arriba estaba agotado y seguíamos
subiendo. Aún me quedaba esperanza de bajar de las 4 horas pero
continuaba la pendiente cuesta arriba, ya estaba sufriendo mucho, a
más de 7 minutos el kilómetro y en el kilómetro 40 me adelantó el
globo de las 4 horas. Intenté ir delante del globo pero mi estado
físico era muy malo y una rodilla me flojeó, y perdí el
equilibrio, entonces decidí llegar sin forzar para no lesionarme.
Puse una sonrisa y a meta disfrutando.
Finalmente hice 4 horas y
6 minutos, no está mal para mí. No es una carrera donde mejorar
marca, ni los grandes lo hacen. El ganador, Kerio Reuben, realizó un
tiempo de 2 horas y 8 minutos.
En la meta, tendido en el
suelo pensaba que no merecía la pena tanto sufrimiento y que ya no
haría más maratones, que con 13 podía retirarme. Pero hoy ya tengo
ganas de más marcha, será porque a los maratonistas nos va el
Rock´n´Roll.