Por Manuel Marín
Transcurridos unos días de su marcha, quiero dedicar unas palabras de agradecimiento al que ha sido, como dijo en este blog nuestro campeón Luis Enrique, su padre deportivo. Pero no lo ha sido sólo el de él, sino de muchos, entre los cuales me incluyo. Román me hizo dar el salto de calidad, pasé de estar en las carreras en posiciones intermedias a llegar a recoger trofeos. Y eso que yo fuí cabezón al principio. Cuando iba a la pista del Arroyo entrenaba con mis métodos. Os estoy hablando de hace unos 10 u 11 años, cuando conocí a Román. Salía de la guardia e iba a entrenar al Poli. Coincidía con un grupo de corredores y me llamaba la atención ese estilo tan peculiar y único que tiene Román, que siempre iba tirando del grupo. Con él estaban nuestro querido presi, Alfonso, Rocio, Quique, etc. Empezamos a entablar amistad. Siempre me decía:- Manuel vente con nosotros, pero como he comentado me mantenía fiel a mis principios, hasta que hace unos 5 años por fin me dí cuenta de que estaba equivocado de cabo a rabo. Comencé a entrenar con los métodos de mi querido padre deportivo. Al principio no veía mejoría, pero Román me decía: -Tranquilo Manuel, lo estás haciendo bien, ya darás ese salto de calidad. Siempre que me ha hecho un pronóstico ha acertado plenamente. Al año de estar entrenando con él empezaron a llegar mis mejores tiempos en las carreras. Mi cuerpo había asimilado toda la sabiduría que Román me transmitía con sus increíbles métodos de entrenamiento. Iba a una carrera y me decía: -vas a hacer este tiempo; y yo decia: -no, estás equivocado. Y el equivocado era yo y clavaba la marca. De esta forma empezaron a caer récords en todas las distancias y podios en mi categoría; no me lo creía, todo se lo debía a mi padre deportivo.
Cuando supe que Román regresaba a su querido Bilbao no me lo podía creer. Este 3 de junio nos reunímos con él en un bar del pueblo todos los que hemos sido sus alumnos para despedirle pues al día siguiente se marchaba. Estaba también su hija que había bajado a ayudarle con los preparativos y a acompañarle en el viaje. Desayunamos con él un chocolate con churros todos los que pudimos asistir. Llegado el momento de despedirme se me hizo un nudo en la garganta, la emoción me embargaba y alguna lágrima que otra cayó, le dí un fuerte abrazo y me despedí del grupo.
Esta mañana, como muchas otras, he salido de la guardia y he ido al Poli a entrenar. Cuando he llegado a la pista y me he puesto a correr, mi mirada buscaba a Roman. Llegaba y dejaba su mochila en los bancos de abdominales, empezaba a calentar por la pista, se subía al tronco de equilibrio. Pero no lo veía; por mucho que miraba no estaba allí. Estaba en mi pensamiento y en mi corazón. Román, has dejado una huella imborrable en nuestros corazones. Yo mientras viva jamás te olvidaré. Porque aparte de ser mi padre deportivo, has sabido ganarte la admiración de todos por tus valores como persona. Te deseo de corazón que te vaya bonito en el regreso a tu tierra. Un fuerte abrazo de Manuel, como tu sueles llamarme, y que sepas que cuando quieras venir las puertas de mi casa estarán abiertas para recibirte. Eskerrik Asko agur
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