Juan Carlos Gallardo y Mario Platero son unos valientes, se apuntan a carreras infinitas en altura y distancia y se matan a entrenar. Casi siempre les sale bien. Este fin de semana no. En el Gran Trail de Peñalara los dos han vivido el lado amargo de ponerse al límite, de luchar contra su cuerpo y no poder acabar la tarea. Juan Carlos nos detalla su experiencia en la siguiente y emocionante crónica.
Platero estuvo haciendo una de sus mejores carreras hasta que su estomago dijo basta, más avanzado en kilómetros que Juan Carlos. Llegó hasta el kilómetro 80 con 10 horas encima, ya andando y abandonó. Los dos están hundidos y decepcionados. Tendrán que encontrar otra vez el lado bueno de la Montaña. Lo han visto muchas veces.
Ésta es la crónica de Juan Carlos Gallardo:
Fin de semana de competición en El Parque Natural Sierra de
Guadarrama. Con el "compi" Mario decidimos hace tiempo apuntarnos al Gran Trail Peñalara, una
ultra con 104 km y 5.100+, y allí estuvimos.
Con los entrenamientos preparatorios hechos para la carrera, tenía ganas ya de enfrentarme a ella
Dieron el pistoletazo de salida a las 22:30 en Navacerrada. Allí estábamos Mario y yo arrancando en esta nueva aventura.
Salimos de la plaza del pueblo encarando el pico de la
Maliciosa (2.227 m de altitud), una subida con bastante desnivel y después de hacer
cumbre, tocó hacer un descenso buscando Las Pedrizas, una bajada técnica, con
bastante piedras y de noche, muy divertida, muy de mi gusto, en la bajada noté el
estómago un poco revuelto. Fue llegar al avituallamiento (km 18) y me dió un "apretón", se me descompuso la barriga (semanas atrás estuve con gastroenteritis y
tenía el estómago delicado y parece ser que no se me ha recuperado del todo). Después de dar de cuerpo, comí unos dátiles, almendras y membrillo. (Error. Se me descompuso más la barriga),
no pasaron ni 30 minutos y tuve qué parar otra vez; la barriga se me
descompuso más.
Mario se quedó más retrasado, también por hacer sus necesidades y justo en el momento que me dio el apretón y salí del sendero, en los minutos que estuve apartado, pasó, sin vernos. Perdido el contacto, sin saber quién iba delante o detrás, intentamos hablar con los teléfonos. Intento nulo al no haber cobertura.
Sigo en carrera y voy hacer la próxima toma de comida, pan
de molde con miel y otra rebanada con mermelada; en los entrenamientos me sienta
genial, aquí me costó comérmelo el estómago me lo rechazaba. Poco me duró, a los
10 minutos lo vomité todo.
Pensé solo en hidratarme (bebiendo Aquarius y agua)
En esa parada, aparecieron la primera fémina de la ultra y la
primera de relevo, dos mujeres curtidas en carreras de largas distancias, fue un
buen apoyo, sus consejos, escuchar sus vivencias, como afrontan ellas este tipo
de carreras. Me doy cuenta lo mucho que me queda por aprender, incluso haciendo
distancias distintas iban tirando una de la otra, como si de hermanas se
tratasen.
Pero el estómago sigue de mal en peor, me rechazaba el
líquido, se me cerró por completo, tuve que dejar de beber, un simple buche de
agua me daba arcadas. Pasaban las horas y los kilómetros, sin comer ni beber, con
temperaturas de 7°. Me voy desvaneciendo, a Rascafría llegué andando, no tenía fuerza para correr (y era
pista y cuesta abajo). Entro al avituallamiento de Rascafría 56 km. a las
6:30 h de la mañana.
Allí tiré la toalla y me retiré, con todo el dolor de mi
corazón.
Sabía qué tenía todavía 16 horas para acabar ( tiempo
sobrado para terminar, incluso andando) pero en el estado qué me encontraba, sin
poder meterle nada al cuerpo, si hubiera seguido, no creo que hubiera acabado muy bien.
No siempre salen las cosas cómo uno quiere y está vez no
salió, esto también forma parte de las carreras, por eso me animado a contarlo.
Este tropiezo me hace reflexionar y intentar mejorar los errores que haya cometido para mejorar. Todo suma y está vez no va ser menos y seguiré haciendo lo que nos gusta: correr, trotar, andar, pararse, sentarse y disfrutar de los amigos, del deporte. La montaña, todo en una palabra.
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