Tenía ganas de que llegara esta carrera. Se ajustaba a mis necesidades,
transcurría por las calles del barrio donde me he criado y vivo hoy, y
sobre todo tenía hambre de correr. Después de la Media de Málaga, que
corrí tocado, no he podido correr con normalidad. Me enteré de ella de
casualidad, por internet, y lo comenté con los compañeros que salimos
los domingos desde Torremolinos, pero una carrerita de cinco kilómetros
en la víspera de nuestra carrera madre era demasiado poco para la
mayoría.
Sin más preámbulos, paso a relatar la jornada. Salgo a
calentar, notando, como viene siendo costumbre, el gemelo, pero conforme
pasan los minutos, la adrenalina, las endorfinas y las ínas
que sean hacen su trabajo, diluyen el dolor y me olvido. El
ambiente previo: casi familiar, una carrera de barrio con caras
conocidas de vista y otras no, pero modesto y a la vez entrañable, por
la cercanía. Me encuentro con un compañero del Club, Berrocal, al que
saludo y me dice que es una carrera demasiado corta para él (y pienso
que para mí también, aunque ahora es lo apropiado). Dan la salida y salgo
a correr mirando el crono, del gemelo ni me acuerdo, y voy corriendo
manteniendo un ritmo de 4:30, y sin darme cuenta llego a la meta. Miro el
Garmin y salen 4,61 kms. y poco más de 20 minutos. Berrocal queda séptimo de su categoría, con 18:28.
Como anécdota, para
control de los pasos cada km. más o menos había que recoger unas
pulseritas de distinto color. Demasiado corta, pero suficiente para
recuperar sensaciones e ilusiones de cara a nuestra carrera. Después llega
el dolor, unido a la satisfacción de correr de nuevo y la ilusión de repetir el domingo próximo; esta vez, seguro, con todo el club.
Clasificación completa
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