miércoles, 22 de mayo de 2013

3ª CARRERA URBANA ARROYO DE LA MIEL (II)





Un año más, y ya van tres, hemos conseguido nuestro propósito: disfrutar de un magnífico día de atletismo popular en nuestra localidad. La verdad es que cada año empezamos con la preocupación de que todo salga de forma que la mayoría quede satisfecha, no sólo los corredores, sino también todos aquellos que, de alguna manera, participan. No es fácil contentar a todo el mundo, lo sabemos, pero nos queda la satisfacción  de haber puesto muchos esfuerzos y toda nuestra ilusión en que los descontentos fuesen los menos. Dicho esto, queremos agradecer sinceramente la colaboración de todos los que han hecho posible que disfrutáramos de ese día.
      Como quien escribe estas líneas piensa que no es el aspecto más importante, dejaremos para una próxima crónica más técnica las cuestiones estrictamente deportivas. Destacar, en primer lugar, y agradecer, la presencia de algunos corredores de primer nivel (remitimos a los lectores a las distintas clasificaciones para corroborarlo, para no cometer el imperdonable error de omitir a alguno en esta breve crónica). Como quiera que este club no cuenta con un presupuesto suficiente para ofrecer los premios que merecen esos atletas, queremos mostrarles desde aquí nuestro reconocimiento por su desinteresada participación.   Pero como no sólo ellos corren, debemos señalar la masiva afluencia de corredores, de modo que reunimos a un total de casi 700 atletas entre todas las categorías, desde pre-benjamines hasta veteranos. Entre las 10 h. y las 12 h. se fue dando salida a cada una  de las distintas carreras, entre las que merece mención especial la realizada por un grupo de discapacitados de nuestra localidad, con un entusiasmo encomiable, por cierto (uno de los objetivos de esta jornada era, como saben, ayudar a la asociación local que se ocupa de atenderlos durante todo el año, ABAD). No menos entusiasmo pusieron los corredores más jóvenes (algunos con apenas dos años), que nos dieron un ejemplo admirable de pundonor y alegría. Reconocer también el mérito de sus padres, por ayudarlos en estos primeros escarceos atléticos. Luego vinieron las carreras de los menos jóvenes, de los menos veteranos y de los veteranos de verdad (algún que otro pureta había). En definitiva, hubo carrera para todos, porque de eso se trataba.
   Por último, gracias al esfuerzo y la generosidad de muchos, pudimos organizar como colofón un pequeño homenaje  gastronómico a los asistentes (montaditos, cervezas, refrescos, etc...), alrededor del cual, como siempre, afloraron las mejores relaciones de amistad y cordialidad.




   

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