martes, 1 de enero de 2013

SOL CON NIEBLA

   

Francisco Correal

(Diario de Sevilla, 29/12/2012).

   Nunca hasta ahora habíamos salido los cinco juntos a correr. La niebla se mezclaba con el horizonte en la visión del paseo marítimo que separa Benalmádena de Torremolinos. Un quinteto de hermanos capicúa: desde el primogénito, el que suscribe, que nació en el 57, hasta el benjamín, Mario, que vino en el 75 y del que fui padrino de bautizo. Entre uno y otro, Juan y Blas, que nacieron en Galicia, y Quique, manchego de cuna, compañero de promoción de nuestra paisana María Dueñas. Tenemos varios maratones en nuestro curriculum: Madrid (corrí la primera edición organizada por el ayuntamiento que presidía Enrique Tierno Galván, con el entonces comunista Ramón Tamames dando el pistoletazo de salida), Sevilla, Málaga y Valencia. Nos cruzábamos con algunos extranjeros que paseaban. Es curioso que dos hispanistas británicos, estudiosos de las fases más dolorosas de nuestra historia, se adentraran en España por estos parajes del litoral: Raymond Carr, por Torremolinos; Paul Preston, por Benalmádena. El último libro que he leído este año que termina es Señas de identidad, de Juan Goytisolo. No creo que haya ninguna otra novela en la que tenga tal protagonismo el fenómeno del turismo como agente legitimador, tanto de la economía como de la imagen exterior de la España salida de la Guerra Civil y la Posguerra, que tan bien estudiaron Carr y Preston. Legiones de turistas aparecen retratados por Goytisolo en la Barcelona de agosto de 1963, haciéndose fotos junto a un decorado con torero, gitana y Giralda. Trotando por el paseo marítimo, me entretenía leyendo los rótulos de los chiringuitos, los viajes del nomenclátor a Copacabana o a las Bahamas. Alguno, como Casa Antonio, data de 1951. Esa noche era Nochebuena, como canta el villancico. Atravesamos el Arroyo Cantarranas, que separa Benalmádena de Torremolinos, la hoy ciudad que antaño fue pedanía con honores de Tánger o Montecarlo. La aldea global. Yo decidí hacerle mi particular homenaje a Juan Luis Galiardo: la última vez que lo entrevisté estaba de gira con El avaro y, como en sus años mozos había practicado el atletismo, le divirtió saber que cuando yo corría por esos andurriales costeros lo hacía hasta el chiringuito Molière. Lo abriría algún amante del teatro. Vaya póquer de actores eligió la Parca en el año saliente: Galiardo, Paco Valladares, Sancho Gracia y Carlos Larrañaga. Un buen elenco para la próxima película de Borau. 






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