miércoles, 2 de julio de 2014

X Campeonato de España de Carrera de Montaña


Por Rocío Ortega

Buena forma de cerrar la temporada de carreras, ni más ni menos que con el “X Campeonato de España de Carrera de Montaña” celebrado este pasado domingo día 29 de Junio en Cercedilla (Madrid).
Si bien la montaña ya llamaba mi atención, no estaba entre mis planes el participar en una prueba así por estas fechas en las que la mente ya está en “modo vacaciones”. Pero bastó con una llamada en la que nos informaban que CAPOL estaría ahí compitiendo por equipos, pues se disputaba tanto campeonato individual como por clubes.
Era una locura pensé. Más bien una temeridad estrenarme en la montaña en un nivel de campeonato de España y más aún contando solo con tres semanas para prepararlo. Lo más parecido hasta entonces había sido participar en la Vertic Night de Los Montes de Málaga en Noviembre del 2013 donde, con caída al canto, tuve ocasión de comprobar el riesgo que conllevan estas carreras.
Pero enseguida el miedo a las caídas, posibles lesiones, el respeto que me generaba la montaña y un campeonato de España, se tornaron en motivación para afrontar un nuevo reto.
A marcha forzada, previa charla con Román, adapté un poco el entreno que estábamos llevando y subí en tres ocasiones al Calamorro donde enseguida pensé “en qué embolao me he metido...” cuando noté que al minuto dos de coger una cuesta me faltaban piernas y pulmones, quedándome atónita al observar que mi gps marcaba una media de 8:40 min/km, un ritmo de abuela pensé...
A tan solo un día de la competición una compañera se lesiona y el equipo se quedaba cojo. Justamente era la especialista en montaña y con esta baja las expectativas de podium para las féminas se esfumaban.
Llegó el día de la competición, dispuesta a sufrir y darlo todo, pero iba tranquila ya que me sentía una novata. No conocía a mis rivales y tampoco me importaba pues mi objetivo era hacer una carrera decente, no despeñarme y acabar con buenas sensaciones y “más ganas de montaña”.
A las 11:00 horas salida desde el centro del bonito pueblo de la sierra madrileña y empezaron las subidas desde el primer metro, unos 600 m con tramo de asfalto, ya se escuchaban los jadeos de las participantes. Entre el público un grito de ¡pasitos cortos! al que hice caso. Estaba atenta con los cinco sentidos, de todo quería aprender, me sentía principiante. Los tres primeros km fueron de fuertes subidas, salí “reservona” pero ni aún así pude evitar el bloqueo de piernas y llegaron las inseguridades. Pensé que si los cinco restantes kilómetros que me quedaban eran así no podría aguantarlos, que yo mejor vuelvo a mis carreras de asfalto que me iban tan bien...
Pronto el circuito comenzó a resultar mucho más atractivo adentrándonos en plena naturaleza, entre pinos, piedras, senderos estrechos, multitud de giros, bajadas a la vez que subidas, muy buena señalización y controladores de la organización en diversos puntos que a la vez que marcaban el recorrido nos daban ánimos. No quitaba ojo al suelo por temor a caerme pero con el rabillo no me quería perder el paraje donde me encontraba con impresionantes vistas de la capital. Sufría por el gran esfuerzo pero a la vez disfrutaba como una enana de la carrera y del lugar.
Aprendí que al crono no hay que hacerle demasiado caso y que hay tramos en los que andar resulta más eficaz que seguir corriendo o arrastrándose. Ésto me costó asimilarlo, pues para mi cabeza echar a andar en una carrera es como una retirada y no lo admitía, hasta que observé como las rivales a las que superaba en llano me pegaban una buena pasada en los ascensos más pronunciados cuando por unos segundos paraban a tomar aliento.
Mis piernas se cargaban de forma diferente que en el asfalto, la idea era apretar en los llanos pero tanto desnivel hacía mella en mi cuerpo y llegué a sentir una especie de bloqueo muscular de piernas que me impedía incrementar el ritmo en las zonas previstas. Ésto, además de que el abrupto terreno no estaba como para ritmos elevados, bien lo saben tres de los cuatro integrantes del equipo masculino que sufrieron caídas, llegándose uno de ellos a tener que retirar. Y el mismo circuito era para hombres y mujeres, pero aquí la prudencia femenina sirvió para mucho ¡jajaja!.
Entorno al 5º km empecé a disfrutar plenamente de la carrera, los descensos con más calma me permitieron reponer fuerzas y acelerar en otros puntos donde el terreno me lo permitía y tenía la emoción de llevar a dos contrincantes próximas dando lugar a un pique sano entre las tres.
En ningún momento sentí el temido flato ni me caí. El público me advertía de que llegaba el último km y era bajada en asfalto. Entonces me vine arriba, un subidón que me permitió acabar la carrera en sprint, cruzando la meta emocionada por lograr la hazaña en 21ª posición con un tiempo de 44:05 en los 8´500 m de carrera, donde existieron desniveles de hasta 500 metros.

Sabor agridulce al comprobar que por tan solo doce segundos no nos llevamos el bronce por equipos. Nos falto nuestra atleta de montaña para conseguirlo. Y a nivel individual estoy satisfecha con mi participación, no está mal quedar a mitad de tabla (21 de 43 chicas) para haber sido mi estreno y sobre todo por la falta de planificación y preparación específica. Lo más importante para mí han sido las ganas de volver a correr por montaña, así que compañer@s os animo a aventurarse en la montaña

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