Como ya es habitual el Medio Maratón de Cordoba convoca gran parte de los efectivos del CA Arroyo de la Miel. Esta edición fueron 21 compañeros. Al éxito de participación hay que sumarle los extraordinarios resultados que en su conjunto han obtenido. Tal vez la lluvia les liberó y corrieron sin obligaciónes obteniendo así buenos tiempos.
Silvia Cañadas sigue asombrando mejorando año tras año marcas. Esta vez consiguió romper la barrera de 1:30 con 1:29:23 que le valió el primer puesto en su categoría, augurando un gran maratón. José Antonio Berrocal hizo lo propio en Veteranos F con 1:35:18.
Esto en cuanto a podios. Jorge Gonzalez hizo su mejor marca con 1:22:37, José Garrido por fin llegó en 1:30:44, Curro Burgos pulverizó su mejor medio maratón con 1:39:00 y Mercedes Márquez rompió su MMp con 1:48:47. Blas Correal mejoró mucho su tiempo esta temporada con 1:26:47 y Raquel Muñoz acabó en 1:34:05. Hubo un lamentable accidente protagonizado por José Manuel Fdez. Cotrina que tuvo una caída grave. Desde aqui le deseamos una rápida recuperación.
Detallamos los tiempo de todos los participantes:
Jorge González de Obregón 1:22:37
Blas Correal Naranjo 1:26:47
Silvia Cañadas López 1:29:23
José Garrido Montero 1:30:44
José Luis Cañadas López 1:34:00
Raquel Muñoz Egidos 1:34:05
José Antonio Fdez. Berrocal 1:35:18
Salvador Alba Luque 1:38:31
Fco. Javier Burgos Mancebo 1:39:00
Federico Melgares Cespedes 1:42:14
Juan Correal Naranjo 1:42:33
Eduardo Cachinero 1:47:12
Antonio Román 1:47:12
José Manuel Fdez. Cotrina 1:48:47
Mercedes Márquez Castilla 1:48:47
Manuel González Martín 1:48:48
Jaime Salas Rodriguez 1:49:18
José Carlos Calderón 1:51:17
José Miguel Mérida Alcalá 1:56:10
Alfonso Torres Nícar 1:57:49
Mario Correal Naranjo 2:01:48
La participación fue de mas de 6.000 corredores y los ganadores fueron Emilo Martín con 1:07:03 y Tamara Pérez con 1:18:04.
Este fin de semana el medio maratón en la provincia era el de Cártama, con un trazado siempre difícil. Gran parte de los atletas del club habían elegido el de Córdoba este mismo domingo y de los nuestros Luis Enrique fue el único presente en Cártama. Su carrera fue magnifica y muy positiva para su objetivo de diciembre, el Maratón de Málaga. Estuvo siempre en cabeza luchando con el local José Antonio Urbaneja, a la postre ganador de la prueba con 1:14:01. Sólo diez segundos le sacó a nuestro compañero. Por las chicas la ganadora fue Rosa María Villegas con 1:35:03.
En la carrera filial de 10 km. estuvo presente el nuevo socio Francisco Vergara que la acabó en 1:51:14.
Nuestra carrera navideña, el 5.000 del Polvorón, debido a las obras de reforma de la pista de atletismo del Polideportivo de Arroyo de la Miel, se adapta a esta circunstancia y antes que cancelarse hasta el año próximo cambia su distancia, su recorrido y su superficie. Huyendo de las dificultades burocráticas que supondría hacer una carrera urbana en su lugar, planteamos una salida de 6.100 metros desde el "Poli" hacia el cementerio, desviándonos nada más pasar el túnel, a la derecha, con un recorrido sobre senderos pensado por nuestro compañero Francisco Muñoz Rojas "Pelícano". No es muy exigente aunque algo técnico y muy entretenido. Los detalles, mas abajo.
Se trata de pasar un buen rato juntos, los socios del club y amigos. Para los de asfalto, de a pie o de bicicleta, supondrá un cambio de rutina, los de montaña se divertirán y les sabrá a poco. Saldremos todos juntos el día 30 de diciembre a las 12:00 desde el Polideportivo y, no siendo competitiva la jornada, tampoco hay que salir a muerte, en la medida de lo posible. Las sendas, para los de paseo marítimo, tendrán su dificultad por pedregosas e inclinadas, pero con paciencia y prudencia serán disfrutadas. Los que tengáis zapatillas de trail, echadlas. La idea es no disgregarnos mucho, andar cuando se necesite y esperar al que mas le cueste para que no se quede sólo. Después en meta en la Bar Agora se ofrecerán bebidas y algo de comer a los participantes.
Por ser una carrera informal y de consumo interno es gratuita y no es necesaria la inscripción. Basta con estar en la salida a la hora convenida.
Nuevo fin de semana y nueva carrera por fin, después de la no comparecencia en Motril...Y nuevo fin de semana lluvioso, demasiado común últimamente , y demasiado engorroso. La carrera veleña, bajo el agua, pero no demasiado a excepción de su paso por el paseo marítimo de Torre del Mar, es una media bastante agradable y un poco durilla en su tramo final con una subida continua que si vas justito se paga. Aun así, merece la pena hacerla, porque al final en el avituallamiento el bocadillo de lomo caliente se agradece , y más si ese dia es gris y desapacible..
La carrera fue un comenzar con cuidado ya que el asfalto estaba muy resbaladizo, y su paso por el paseo marítimo es rápido, pero el viento y la llovizna deslució ese momento..para dar paso a una vuelta más rápida , donde el viento no daba de cara y dejó de lloviznar, con lo cual algo se recuperó...El tiempo fue de 1:42 y pico, pero lo bueno fue que se empezó mal para ir mejorando poco a poco...resquicios de la gripe pasada..
Con motivo de la campaña de renovación de socios y federados el CA Arroyo de la Miel, en agradecimiento a la confianza depositada, hará entrega regalará a éstos de una sudadera ,con cremallera y capucha, personalizada para nuestro club, y esta vez sin patrocinadores. Los compañeros interesados deben escribir a este correo: blog_caarroyodelamiel@yahoo.es indicando su talla, de la S a la XXXL. No tardéis mucho y así, en la comida de Navidad del 16 de diciembre ya podreis recogerla.
Este año la Carrera del Pavo de celebrará el dieciséis de Diciembre. Muchos de vosotros participareis solos o con vuestra familia. Coincidiendo con este evento tradicional de Arroyo de la Miel el Club propone una comida para los socios y familiares directos en el Bar-Cafetería Ágora, en el Polideportivo. Servirá de jornada de encuentro entre todos y para hacer grupo.
El menú no está cerrado pero junto con ensaladas habrá frituras de pescado, marisco y bebidas. El precio para los adultos será de 10 € y los niños tendrán un menú adaptado pagarán 5 €. Son precios económicos para que podamos ir todos. La fecha, repetimos es el dieciséis de diciembre y la hora del encuentro será a partir de las 14:30.
Los interesados deben comunicar su asistencia a blascorreal@hotmail.com detallando cuantos van a asistir. Hace tiempo que no tenemos ocasión de vernos todos y pasar un buen rato juntos, por ello esperamos la mayor asistencia posible.
Llevábamos ya mas de un año sin escribir de esta gran carrera, una de las mejores del país. Esta ausencia se debe sin duda a la retirada temporal y por fuerza mayor de su mejor embajador, nuestro compañero y amigo Manuel Marín. Él lleva ya mas de un año lesionado pero pronto nos acompañará en las carreras.
La ocasión de volver a saber de la Behobia-San Sebastián nos la brindan José Manuel Fdez. Cotrina y Mercedes Márquez. Ayer pudieron disfrutar de esta clásica, abarrotada de público como siempre. En la salida tuvieron ocasión de conocer a la hija de nuestro querido Román, con la que Mercedes hizo además el recorrido.
La distancia es de 20 kilómetros y Cotri la terminó en 1:26 echándole una mano a un amigo en la subida a un puerto. Mercedes acabó en 1:50. Los dos preparan el Maratón de Málaga y éste es un inmejorable entrenamiento. La semana que viene, como a muchos del club, les toca Córdoba.
Otro Jarapalos más. Esta vez más acompañado. Hemos sido seis, cuatro de ellos debutantes en esta prueba. Durante tres meses de preparación, los problemas físicos de casi todos parecían que iban a causar muchas bajas. José Budía con la cintilla, Edu con poco tiempo para entrenar, pequeñas lesiones y un parón final de dos semanas, Antonio Román con un catálogo de molestias coronado por una lumbalgia, como Mario Platero, que estuvo las tres últimas semanas sin poder correr. Sólo Juan Carlos Gallardo y yo hicimos todas las salidas al monte los domingos y no libramos de problemas graves.
Con un panorama así fue una alegría encontrarnos todos en la salida con ganas y entusiasmo. A pesar del estado físico, en la hora de la verdad, allí estábamos, con valentía e inconsciencia, a hacer nuestra carrera, la mejor que cada uno pudiera.
Con el buen ambiente de siempre y calentados los ánimos por Chito salimos por Arroyo Blanquillo hacia Calamorro. Antonio Román y Juan Carlos delante, Mario y yo juntos, y Edu y José Budía alias "Polini" detrás. En los primeros kilómetros, hasta las Antenas, la densidad de corredores es alta y no se puede ir al ritmo que uno querría, sobre todo los que van mas fuertes; casi hay "caravanas" de corredores, que poco a poco se van disolviendo.
A poco de coronar las Antenas vemos a Juan Carlos a pocos metros. Qué raro, dijimos. Nos explicó que ese baúl de la Piqué que lleva por mochila, por lo menos pesa 4 kilos, se le abrieron las cremalleras y tuvo que recoger el reguero de pertrechos. Hicimos el avituallamiento con 1:30 de tiempo los tres y volvió a ponerse delante en la larga bajada de 5 kilómetros hasta la Embotelladora. Mario iba prudente con molestias en la espalda y bajamos juntos.
La subida a la Cantera es la primera prueba de fuerza, 1.5 kilómetros duros con las piernas cargadas de tanto bajar antes. A Juan Carlos ya no lo volvimos a ver. Los tiempos eran para mí muy buenos, siempre con Platero al lado, un lujo de liebre. Cuando él esta mal es mejor que yo.
Pasamos por el Pilón de Jarapalos y bajamos por el Arroyo Fuente de la Higuera, que vimos por primera vez con agua. El suelo estaba mojado y resbalaba. Un respiro de carril y comenzamos la segunda subida de verdad, Arroyo Hondo -con mucha agua-, soportable hasta el Pesebre, pero matadora hasta el final. Vamos en pequeños grupos, alguno se para y entorpece a los demás, ralentizando la ya lenta marcha.
Salimos al carril y oxigenamos las piernas con un ritmo más alegre hasta llegar la entrada de Presidiarios, la etapa reina de este maratón. Son tres kilómetros de ascenso sin apenas respiro. En el arenal antes de la subida a la Media Luna avistamos a Antonio Román que nos cuenta su calvario de calambres desde el km . 16. Es una auténtica faena. Él, con Mario en baja forma, era el que podía hacer mejor carrera, bajando de las seis hora seguro. En situaciones así lo normal es abandonar, pero echándole valor y coraje siguió adelante.
En el segundo paso de Las Antenas, con 5:14:00, mientras nos avituallamos Mario y yo vemos llegar a Antonio Román, determinado a terminar. Mario, con más confianza conforme pasan los kilómetros tira ya sólo hacia meta y yo bajo a Calamorro con la dificultad de siempre a estas alturas de recorrido. Juan Carlos ya va muy adelantado y acaba llegando a meta con 6:05. Platero baja fuerte detrás y acaba en 6:42, un tiempo dadas sus circustancias, magnifico. Después llego yo, que bajo Arroyo Zambrano medio fundido y termino en 7:03, muy contento y mejorando mucho mi tiempo en Jarapalos. Parte de mi mejora se la debo a Mario con el que hice 31 kilómetros.
En meta los tres esperamos a Antonio, inquietos por su estado físico. Llega en 7:22. Ya sólo quedan Edu, que se despegó de Polini en Las Antenas, acaba en 8:09. Polini acaba con 8:25. La suerte no les trató muy bien a ellos, con las lesiones previas y las sobrevenidas en la jornada pero acabaron la prueba y esa es su mayor satisfacción.
Los ganadores de esta edición fueron Juan Bravo con 3:45 y Gemma Arenas con 4:21.
Como todos los años la Organizacion, el Club Jarapalos Trail y el Ayuntamiento de Alhaurin y todos los demas colaboradores han montado una carrera extraordinario en todos los aspectos, recorrido, avituallamientos, animación y atención al corredor, con cientos de voluntarios jaleando a los competidores en los avituallamientos y cruces. Gracias a todos.
Tengo que reconocer que
aunque cuando empecé a correr, hace ya 6 años, me atraían los
retos de las distancias largas, con el maratón como prueba suprema y
objetivo máximo llevo tiempo identificándome más con las carreras
cortas y explosivas. Esta carrera, en la que no tenia pensado
participar, ya que estoy entrenando para la maratón de Málaga con
las dudas de siempre, que ritmo escoger, como hidratarme, como
alimentarme, si la termino o si no, etc… me decidí en un impulso
(por otro lado habitual en mí) a hacerla y sobre todo a acompañar a
nuestra amiga Susana Segovia, en su renovada afición por correr.
El
día se presentaba soleado, sin viento aunque con calor para estas
fechas. El recorrido era desconocido para mí, pero se trata de dos
vueltas, por la Cala de Mijas, discurriendo buena parte por lo que
ahora es la senda Litoral con tramo incluido en arena por el destrozo
de los temporales, cerca del famoso restaurante La Butibamba, donde
tantas veces desayuné con mi padre hace años, después de un rodaje
en bici como parada para la vuelta a Málaga. Ahora esa carretera me
parece demasiado peligrosa para los ciclistas. Me traía buenos
recuerdos. No estaba cansado, pero el día previo había hecho un
rodaje largo de 28 km, con buenas sensaciones. Así que la carrera
comenzó, y no iba al ritmo que puedo ir. Las piernas pesan después
de un rodaje largo, aunque no nos demos cuenta. Pero corremos para
disfrutar. Lo hice y terminé los 5,5 km (según mi Garmin 5,58 km) a
4:33. Otra carrera más. Susana con su calidad, reapareció con su
primer puesto en su categoría, alegrándome mucho por ella.
Además de de Fuengirola también Motril tuvo su Medio Maratón, la trigésimo quinta edición. Allá fueron tres compañeros a correr. Según nos cuenta uno de ellos, José Cotrina, la prueba ha cambiado mucho este año y para bien. El recorrido ya no baja al puerto pero es mas entretenido aunque no fácil con cuestas y bajadas. Mucho público en las calles y muy buena organización con avituallamientos cada 3 kilómetros. Teniendo familia Cotrina y Cristina allí, la ocasión era perfecta para visitar la ciudad. Ademas de los veintiún kilómetros hubo carreras de diez y de cinco.
Los tiempos de los cuatro fueron, por orden de llegada, 1:30:22 para Cotri, Cristina Cortijo 1:56:19 y Mercedes Márquez 2:00:08.
La participación en el medio maratón fue de casi 600 atletas y los ganadores fueron Mohamed Blal con 1:08:15 y Nazra Machrouh con 1:24:02.
Gran jornada la de ayer para nuestro club en el Medio Maratón de Fuengirola. Con una representación reducida pero de gran calidad logró tres podios. Los valientes fueron Luis Enrique Lérida, Jorge González, José Garrido, Raquel Muñoz y nuestro nuevo compañero José Miguel Mérida.
A Luis Enrique por fin le salió una carrera sin problemas ni incidentes y pudo demostrar su buen momento con un segundo puesto absoluto y primero de su categoría con 1:13:41. Jorge se encontró muy bien en todo momento, de menos a más, llegando con 1:23:55. Raquel Muñoz fue podio en su categoría con un tercer puesto y 1:34:41. Los tres preparan el Maratón de Málaga y con estos resultados tienen que ser optimistas para diciembre. José Antonio Berrocal oficialmente quedó tercero de su categoría Veterano F, con 1:40:04, aunque le corresponde el segundo escalón. Es por la fusión de las marcas de corredores veteranos con deportistas con sillas de ruedas. Es algo que la organización debe corregir en futuras ediciones. José Garrido se desquitó del mal sabor del Campeonato Mundial de Veteranos con una marca mas cercana a sus objetivo y forma, 1:31:16. Por último José Miguel Mérida en su debut como atleta del club acabo la prueba en 1:55:49.
La participacion fue de unos 700 corredores y los ganadores fueron Cristobal Ortigosa con 1:08:44 y Janine Lima con 1:22:56.
El medio maratón de esta semana ha sido el de Rincón de la Victoria. El recorrido este año es nuevo y sale de la Avenida del Mediterráneo, llegando al Centro de la localidad, en la plaza de la Constitución, y pasando por toda la localidad, además de llegar a los núcleos de Torre de Benagalbón y La Cala del Moral.
Entre los casi 300 participantes estaban nuestro Antonio Leiva y Federico Melgares. El primero de ellos quedó a pocos segundos de subir al podio con un cuarto puesto y 1:35:34. Federico estuvo cerca de ese tiempo con 1:37:46.
Los ganadores fueron Dani Perez con 1:10:27 y Janine Lima con 1:21:28.
El pasado domingo se celebró en el vecino Alhaurín de la Torre la tercera edición de la Carrera Solidaria Fundación Real Madrid, dentro del circuito organizado por este club de fútbol. Los beneficios de este evento van destinados a actividades socio deportivas de atención la diversidad.
La jornada tenía varias distancias que elegir. Los miembros de nuestro club eligieron los diez kilómetros. A este blog le consta tres participantes, Francisco Javier Burgos, que en la fecha de su cumpleaños y con dorsal dedicado a sus cincuenta y dos años, hizo su mejor marca con 44:49; Christian Mehoune, que vuelve a competir después de un largo periodo de lesiones llegó con 48:24. Sabemos de la participación de Alfonso Torres y de un compañero más, pero no aparecen en las clasificaciones.
Desde el Club de Atletismo Arroyo de la Miel pedimos a nuestros socios que especifiquen el club en las inscripciones. Así ganamos en presencia en este mundillo y facilitáis el trabajo a este reportero aficionado.
La carrera de 10.000 metros fue ganada por segundo año consecutivo por nuestro vecino y amigo Antonio Caba con 34:06 y por Rocío Sibajas con 42:42. La participación en esta distancia fue de 350 atletas.
El pasado domingo se celebró el XXI Medio Maratón de Marchena-Paradas, en Sevilla, la primera que hago en dicha provincia, pero mal dia para acudir allí. No hubiera pasado nada si solo hubiera habido lluvia, ya que correr bajo la lluvia se está convirtiendo en una tónica demasiado frecuente, pero la ida y la vuelta fueron otro cantar.
Bajo una lluvia torrencial pasé por Antequera con todas las ganas puestas en dar la vuelta, ya que no era normal lo que caía en ese momento, pero bueno decidí continuar hasta llegar a Marchena, cuya carrera comenzo bajo una llovizna incesante, desarrollandose así en su totalidad.
El perfil estaba bien con continuas subidas y bajadas , no pronunciadas , lo cual hizo que la carrera en si fuera muy agradable y bonita para hacer en más ediciones, pero sin lluvia.
Y como no era dia para hacer turismo, salí de allí al poco de terminar , para dar un enorme rodeo por Córdoba para llegar a casa, ya que la A-92 se cortó a la altura de La Roda por inundación del carril en dirección Malaga.
Una media movidita, que de no ser por esos sucesos, hubiera estado bastante bien, ya que la carrera en si no fue mal, con buenas sensaciones durante todo el recorrido, y un tiempo de 1.39.47 que no está mal para las condiciones de ese dia..Hubiera sido mejor haber hecho la Media de Cuenca , coincidente con esta. Tal vez el año próximo....Venga un saludo a tod@s...y hasta la próxima, o sea en el Rincón este domingo.
El evento deportivo más importante de la provincia por el número de participantes tomó ayer las calles de Málaga. Casi 19.000 corredores tomaron la salida. Muchos son habituales de las carreras populares, para otros es el primer reto por que hace poco que empezaron a correr. Todos con ilusión, buen ánimo y deportividad.
La salida fue en Paseo del Parque a las 10 de la mañana. Estaban los grandes fondistas de la provincia, con el probable y finalmente vencedor Abdelhadi El Mouaziz. Nuestro club estuvo representado por dieciseis compañeros. Lo más destacable fue la actuación de Silvia Cañadas con su mejor tiempo en la prueba con 42:03. Corrió acompañada por su hermano José Luis y José Garrido. los tres entraron practicamente en el mismo tiempo. Buena carrera también de Curro Burgos con marca personal y 46:03. Estos son los participantes y sus tiempos:
José Manuel Fdez. Cotrina 41:16
José Garrido 42:00
Silvia Cañadas 42:03
José Luis Cañadas 42:05
José Carlos Gallardo 44:32
J.A. Fdez Berrocal 45:22
F.J. Burgos Mancebo 46:03
J.C. Calderón Ruiz 46:55
Antonio pineda Villalobos 48:09
J. Andrés Fdez. González 48:24
Alfonso Torres Nícar 48:25
Cristina Cortijo Bon 52:27
Enrique Coca Boronat 52:28
Mercedes Márquez 55:01
María Jesús Márquez 59:50
Manuela Martinez Lara 1:04:20
El ganador fue el ya mencionado Abdelhadi El Mouaziz con 31:11. No podemos dejar de mencionar el décimo puesto absoluto de Pablo Cominy, hijo de nuestro Rafa Comino. Por las chicas la ganadora fue Lola Chiclana con 36:48 y nuestra amiga Rocío Ortega rozó el podio con 38:47.
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba usando el mismo cuádriceps tocado de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
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La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
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Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
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La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
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pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
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La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.
Por José Manuel Fdez. Cotrina
Uno de los aspectos más interesantes de correr fuera de Málaga es conocer gente nueva que te cuenta sus experiencias y te habla de carreras que no has oído en la vida. El año pasado, durante los días de estancia en Nueva York con motivo del maratón, nos hablaron de infinidad de ellas, aunque hubo una que nos sorprendió. Se trataba de correr por el sur de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, en
pleno Sáhara. Eran las zonas donde se habían rodado películas como “La Momia”, “Sahara”, “Lawrence de Arabia” o “Spectre” de 007. Allí también se corría el Maratón de Sables, la Titan Desert o etapas de los primeros Dakar. Varias revistas deportivas y alguna cadena de TV seguían la prueba. Tenía hasta su propia moneda de pago.
Inicialmente la descartamos por parecernos una locura, pero en algún momento que no recuerdo, seguramente influenciados por el alcohol y los alucinógenos, decidimos apuntarnos. Total, quedaba un año para prepararla y ya teníamos experiencia subiendo dunas en la playa de Bolonia. Y tras numerosos medios de transporte y aeropuertos más pequeños que el salón de mi casa (que no es precisamente un palacio), llegamos a Errachidia. La primera jornada fue de toma de contacto, relax en la piscina del hotel y hacernos una ideade la barbaridad que íbamos a hacer a partir del día siguiente junto a otros 200 locos. No sabíamos casi nada de las etapas hasta momentos antes de cada salida.
La primera etapa tenía 15 km, con tres tramos de dunas en los kilómetros 1, 9 y 13. El resto pista de arena, piedra, arbustos y terreno irregular que le costó el abandono a un buen grupo. Merche hizo amistad con una pareja de Mollina y recorrió con ellos la etapa a buen ritmo, y les dio para hacerse fotos y todo. Yo salí sin mirar el reloj en ningún momento, por sensaciones, y estuve en la zona delantera. Al final, un fallo en la señalización del último tramo de dunas hizo que algunos se saltaran parte del camino, lo más complicado, y otros (yo mismo) tuvieran que volver atrás 500 m para retomar el camino. En meta me dijeron que había ganado mi categoría por 15 minutos y estaba 10º de general, lo que me motivó para los siguientes días. El volcado de datos decía que había estado corriendo a 4,15-4,20 mtos/km.
Un rato de piscina, y enlace por medio de 4X4 y dromedarios hasta Erg Chebi, inicio de la segunda etapa tras fiesta típica y dormir en jaimas, tras convertir nuestra tienda en enfermería improvisada para muchos corredores, y tras la baja del equipo médico al completo por gastroenteritis.
La segunda prueba era un medio maratón que atravesaba varios poblados de 2-3 casas, con continuas subidas y bajadas de arena compacta y piedra hasta acabar en Merzouga. En el km 15 nos encontramos 3 km de dunas gigantes, que mucha gente tuvo que pasar andando. Los kilómetros finales, llenos de trampas de arena, no respetaron ni a los más preparados. De hecho, el líder se tuvo que parar y se planteó abandonar. Merche siguió con su buen ritmo y su amiga hasta finalizar 3ª de categoría. Yo volví a ganar la categoría y sacar otros 3 minutos al siguiente, subiendo al 9º de la general, aunque necesité ayuda de los fisios por culpa del cuádriceps izquierdo.
Por la tarde los aproximadamente 50 vehículos 4X4 que nos llevaban recorrieron a toda pastilla las pistas del Dakar hasta la duna gigante de Merzouga, donde se celebró una cronoescalada. Era una pared vertical de arena que había que subir trepando “a cuatro patas” literalmente y no puntuable para la general. Fue divertida pero nos reventó.
La última etapa fue infernal. Enlace de una hora en 4X4 hasta la salida en mitad de la nada para recorrer 26 km casi rectos y picando hacia arriba todo el tiempo. Lo único que veíamos eran las montañas de Argelia al fondo sin ninguna referencia más. Imposible calcular distancias. Al final se corría por el cauce seco de un río que castigaba mucho si no cogías la trazada buena.
Merche corrió un rato con su amiga de Mollina y otro con un corredor de Madrid que lleva más de 100 maratones en sus espaldas. Acabó sola por sendas pájaras de sus acompañantes. Finalmente 4ª de categoría. Yo seguí a lo mío, acompañando a la campeona de España veterana de medio maratón hasta el km 10, cuando decidí aflojar a 5 mto/km y controlar, ya que estaba abusando el mismo cuádriceps tocados de días anteriores. Saqué otro minuto más de ventaja y 9º final en la general, 1º de la categoría y 20 minutos de ventaja.
Para terminar una “barbacoa” o algo así en mitad del desierto, entrega de trofeos y celebración que casi empalmó con un larguísimo viaje de vuelta de 24 horas. Experiencia recomendable totalmente como carrera, aventura y vacaciones. Y, por si fuese poco, me han regalado la inscripción al Maratón Sevilla 2019.